Película "Revolución" en el siguiente link: http://www.youtube.com/watch?v=Y_KDjqcZp0g
José de San Martín | ||||||
(1778-1850) Autor: Felipe Pigna |
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José Francisco de San
Martín nació en Yapeyú, hoy provincia de Corrientes, un 25 de febrero de
1778. Yapeyú había sido fundada en febrero de 1627 por los Jesuitas y
se transformó con el tiempo en el más importante centro ganadero del
Río de la Plata, famoso sus zapaterías cuyos productos eran exportados a
Chile y Perú. También se producían ahí diversos instrumentos musicales
de gran calidad. Todo esto decayó con la expulsión de los jesuitas en
1767, pero Yapeyú siguió siendo una ciudad importante dentro de la
estrategia española para estas tierras.
Así fue como el gobernador de Buenos Aires, Bucarelli,
encomendó al Capitán don Juan de San Martín el cargo de teniente
gobernador de Yapeyú en 1774. Allí se instaló don Juan con su mujer,
Gregoria Matorras, y sus hijos María Elena, Juan Fermín y Manuel Tadeo.
Poco después nacerán Justo Rufino y el menor de la familia, José
Francisco, quien pronto comenzó a ser cuidado por una niñera india,
Juana Cristaldo que según doña Gregoria, lo consentía demasiado. Cuando
José tenía apenas tres años, toda la familia debió abandonar Yapeyú y
trasladarse a Buenos Aires. El virrey Vértiz le ordenó a Don Juan
hacerse cargo de la instrucción de los oficiales del batallón de
voluntarios españoles. Los San Martín vivirán en la capital del
virreinato hasta fines de 1783, cuando fue aceptado el pedido de Don
Juan para regresar a España. Se le encargó la dirección de un
regimiento en Málaga y allí se instaló la familia. José, que tenía por
entonces ocho años, se supone que estudió en el Seminario de Nobles de
Madrid. Allí aprendió latín, francés, castellano, dibujo, poética,
retórica, esgrima, baile, matemáticas, historia y geografía. En 1789, a
los once años ingresó como cadete al regimiento de Murcia y en poco
tiempo ya tomará parte activa en numerosos combates en España y en el
Norte de África. Entre 1793 y 1795 durante la guerra entre España y
Francia, el joven San Martín tuvo una actuación destacada en todos los
combates en los que participó, y ascendió rápidamente en sus grados
militares hasta llegar al de segundo teniente. En la guerra contra las
fuerzas napoleónicas y ya con el grado de Teniente Coronel, fue
condecorado con la medalla de oro por su heroica actuación en la batalla
de Bailén el 19 de julio de 1808
El joven José no olvidaba sus orígenes americanos y estaba
muy al tanto de los sucesos del Río de la Plata. Al enterarse de los
hechos de mayo de 1810, decidió pedir el retiro del ejército español
para poner sus conocimientos y experiencia al servicio de la naciente
revolución americana. Había tomado contacto en España con círculos
liberales y revolucionarios que veían con simpatía la lucha por la
emancipación americana. Salió de Cádiz para Londres el 14 de septiembre
de 1811. Londres ya era por entonces la gran capital de la Revolución
Industrial a cuya sombra florecían las ideas liberales, ante todo en lo
económico, pero también en lo político. Allí prosperaban los grupos
revolucionarios como la "Gran Hermandad Americana", una logia fundada
por Francisco de Miranda, un patriota venezolano que se proponía
liberar América con la ayuda financiera de los ingleses. Durante sus
cuatro meses de estadía en Londres, San Martín tomará contacto con los
miembros de la "Hermandad", sobre todo con Andrés Bello y con personas
vinculadas al gobierno británico, como James Duff y Sir Charles Stuart,
quienes le hacen conocer el plan Maitland. El plan, un manuscrito de
47 páginas, había sido elaborado por el general inglés Thomas Maitland
en 1800 y aconsejaba tomar Lima a través de Chile por vía marítima. San
Martín tendrá muy en cuenta las ideas del militar inglés en su campaña
libertadora. Finalmente en enero de 1812 San Martín emprende el regreso
a su tierra natal a bordo de la fragata inglesa George Canning.
“Yo serví en el ejército español desde la edad de trece a treinta y
cuatro años, hasta el grado de teniente coronel de caballería. En una
reunión de americanos en Cádiz, sabedores de los primeros movimientos
de Caracas, Buenos Aires, etc., resolvimos regresar cada uno al país de
nuestro nacimiento a fin de prestarle nuestro servicio en la lucha."
José de San Martín.
A poco de llegar San Martín a Buenos Aires, logró que se
le respetara su grado militar de Teniente Coronel y que se le
encomendara la creación de un regimiento para custodiar las costas del
Paraná, asoladas por los ataques de los españoles de Montevideo. Así
nació el regimiento de Granaderos a Caballo. El propio San Martín
diseñará los uniformes y las insignias del nuevo cuerpo militar que se
instala en el Retiro. La situación política en Buenos Aires era
complicada, gobernaba el Primer Triunvirato integrado por Feliciano
Chiclana, Manuel de Sarratea y Juan José Paso. Pero el verdadero poder
estaba en manos del secretario de gobierno, Bernardino Rivadavia, que
venía desarrollando una política muy centralista que desoía todos los
reclamos del interior, cada vez más perjudicado por la política
económica de Buenos Aires que fomentaba el libre comercio y mantenía un
manejo exclusivo del puerto y de la aduana.
A poco de llegar, San Martín entró en contacto con los
grupos opositores al Triunvirato, encabezados por la Sociedad Patriótica
fundada por Bernardo de Monteagudo, y creó, junto a su compañero de
viaje Carlos de Alvear, la Logia Lautaro, una sociedad secreta cuyos
objetivos principales eran la Independencia y la Constitución
Republicana.
San Martín y sus compañeros se decidieron a actuar y el 8
octubre de 1812 marcharon con sus tropas, incluidos los granaderos,
hacia la Plaza de la Victoria (actual Plaza de Mayo) y exigieron la
renuncia de los triunviros en un documento redactado por San Martín que
concluía diciendo: "...no siempre están las tropas para sostener
gobiernos tiránicos". Fue designado un segundo triunvirato afín a la
Logia y a la Sociedad Patriótica integrado por Juan José Paso, Nicolás
Rodríguez Peña y Antonio Álvarez Jonte.
Don José se hacía tiempo también para la diversión y poco a
poco fue tenido en cuenta en las selectas listas de invitados de las
tertulias porteñas. La más famosa y agradable, según cuentan, era la de
Don Antonio Escalada y su esposa Tomasa, en la que sus hijas, Remedios y
Nieves, no perdían de vista a ningún nuevo visitante. Por allí pasó
Don José y surgió el romance con Remedios. Poco después, el 12 de
noviembre de 1812 se casaron. Él tenía 34 años y ella 15.
El 3 de febrero de 1813 los Granaderos de San Martín
entraban por primera vez en combate frente al Convento de San Lorenzo,
en Santa Fe. El triunfo fue total y el prestigio del ahora coronel San
Martín crecía sin cesar. Fue así que en 1814 se le encomendó el mando
del ejército del Norte en reemplazo del General Belgrano. San Martín
aceptó el cargo pero hizo saber a las autoridades que sería inútil
insistir por la vía del Alto Perú y que se retiraría a Córdoba para
reponerse de los dolores causados por su úlcera estomacal y terminar de
delinear las bases de su nueva estrategia militar consistente en
cruzar la cordillera, liberar a Chile y de allí marchar por barco para
tomar el bastión realista de Lima. Repuesto parcialmente de sus males,
pero con el plan terminado y aprobado, logró ser nombrado gobernador de
Cuyo. En Mendoza comenzó los preparativos para su ambicioso plan sin
descuidar las tareas de gobierno. Fomentó la educación, la agricultura y
la industria y creó un sistema impositivo igualitario cuidando que
pagaran más los que más tenían.
Todo el pueblo cuyano colaboró según sus posibilidades
para armar y aprovisionar al Ejército de los Andes. El propio
gobernador dio el ejemplo reduciendo su propio sueldo a la mitad.
San Martín debió enfrentar en Cuyo la oposición la
oposición de los hermanos Carreras, exiliados chilenos que habían
abandonado su país tras la derrota de Rancagua. Uno de ellos, José
Miguel había sido presidente de la Junta de Gobierno de Chile en 1814 y
se oponía a la alianza de O'Higgins con San Martín. Los tres hermanos
terminaron involucrándose en las guerras civiles argentinas y murieron
fusilados.
El 24 de marzo se reúne el Congreso en Tucumán. San
Martín, preocupado por la demora en sancionar la independencia dirige
una carta al diputado por Cuyo, Godoy Cruz. "¿Hasta cuándo esperaremos
para declarar nuestra independencia? ¿No es cosa bien ridícula acuñar
moneda, tener el pabellón y escarapela nacional y, por último, hacer la
guerra al soberano de quien se dice dependemos, y permanecer a pupilo
de los enemigos?"
El 16 de agosto de 1816, nació Mercedes Tomasa de San
Martín, la única hija de la pareja. A principios de 1817 comenzó el
heroico cruce de los Andes.
"Compañeros del Ejército de los Andes: La guerra se la
tenemos que hacer como podamos: si no tenemos dinero; carne y tabaco no
nos tiene que faltar. Cuando se acaben los vestuarios, nos vestiremos
con la bayetilla que nos tejan nuestras mujeres y si no andaremos en
pelota como nuestros paisanos los indios, seamos libres y lo demás no
importa. Compañeros, juremos no dejar las armas de la mano hasta ver el
país enteramente libre, o morir con ellas como hombres de coraje.",
José de San Martín.
Durante muchos tramos San Martín debió ser trasladado en camilla debido a los terribles dolores provocados por la úlcera.
A poco de cruzar los Andes, el 12 de febrero de 1817, las
fuerzas patriotas derrotan a los españoles en la cuesta de Chacabuco,
iniciando de esa forma la independencia de Chile. El 19 de marzo del
año siguiente las fuerzas patriotas sufrieron una derrota en Cancha
Rayada. Afortunadamente el General Las Heras logró salvar a su cuerpo y
en base a estos hombres pudo reorganizarse un ejército de 5.000
hombres y vencer definitivamente a los realistas en Maipú el 5 de abril
de 1818.
Pocos días después de Maipú, San Martín volvió a cruzar la
cordillera rumbo a Buenos Aires para solicitar ayuda al gobierno del
Directorio para la última etapa de su campaña libertadora: el ataque
marítimo contra el bastión realista de Lima. Obtiene la promesa de una
ayuda de 500.000 pesos para su plan limeño de los que sólo llegarán
efectivamente 300.000. San Martín regresó a Chile, donde obtuvo la
ayuda financiera del gobierno y armó una escuadra que quedará al mando
del marino escocés Lord Cochrane.
Mientras tanto, en Buenos Aires las cosas se complican.
Pueyrredón propicia la invasión portuguesa de la Banda Oriental para
combatir a Artigas y le ordena a San Martín que baje con su ejército y
encabece la represión de los orientales. San Martín se niega y le
aclara que "el general San Martín jamás desenvainará su espada para
derramar sangre de hermanos".
El 20 de agosto de 1820 partió desde el puerto chileno de
Valparaíso la expedición libertadora. La escuadra estaba formada por 24
buques y conducía a unos 4.800 soldados. El 12 de septiembre la flota
fondeó frente al puerto peruano de Pisco. Una división al mando del
General Arenales se dirigió hacia el interior del Perú con el objetivo
de sublevar a la población y obtuvo la importante victoria de Pasco el 6
de diciembre de 1820. Por su parte San Martín ordenó bloquear el puerto
de Lima. Así, el virrey De la Serna se vio acosado por todos los
flancos y debió rendirse el 10 de julio de 1821. Ese día entró
victorioso el general San Martín a la capital virreinal.
El 28 de julio de 1821 San Martín declaró la independencia
del Perú. Se formó un gobierno independiente que nombró a San Martín
con el título de Protector del Perú, con plena autoridad civil y
militar. En un principio el general se había negado a aceptar el cargo,
pero el clamor popular y los consejos de su amigo y secretario,
Bernardo de Monteagudo, le hicieron recordar que el peligro realista no
había desaparecido, que las fuerzas del virrey se estaban
reorganizando en los cuatro puntos cardinales del Perú y que por lo
tanto su presencia se hacía imprescindible para terminar
definitivamente con el dominio español.
San Martín abolió la esclavitud y los servicios personales
(mita y yanaconazgo), garantizó la libertad de imprenta y de culto,
creó escuelas y la biblioteca pública de Lima. Debió enfrentar graves
dificultades financieras, lo que creó entre la población un creciente
descontento. Pese a las dificultades San Martín pudo controlar la
situación y lograr la rendición de los realistas del Sur y del Centro
del Perú.
Mientras San Martín llevaba adelante su campaña desde el
Sur el patriota venezolano Simón Bolívar, lo venía haciendo desde el
Norte. El general Sucre, lugarteniente de Bolívar, solicitó ayuda a San
Martín para su campaña en Ecuador. El general argentino le envió 1600
soldados que participaron victoriosamente en los combates de Riobamba y
Pichincha, que garantizaron la rendición de Quito. Finalmente los dos
libertadores decidieron reunirse. La famosa entrevista de Guayaquil, en
Ecuador, se realizó entre los días 26 y 27 de julio de 1822. Había
entre ellos diferencias políticas y militares. Mientras San Martín era
partidario de que cada pueblo liberado decidiera con libertad su
futuro, Bolívar estaba interesado en controlar personalmente la
evolución política de las nuevas repúblicas. El otro tema polémico fue
quién conduciría el nuevo ejército libertador que resultaría de la
unión de las tropas comandadas por ambos. San Martín propuso que lo
dirigiera Bolívar pero éste dijo que nunca podría tener a un general de
la calidad y capacidad de San Martín como subordinado. El general
argentino tomó entonces una drástica decisión: retirarse de todos sus
cargos, dejarle sus tropas a Bolívar y regresar a su país.
Tras la entrevista de Guayaquil San Martín regresó a Lima y
renunció a su cargo de Protector del Perú. "La presencia de un militar
afortunado, por más desprendimiento que tenga es temible a los estados
que de nuevo se constituyen. Por otra parte ya estoy aburrido de oír
decir que quiero hacerme soberano. Sin embargo siempre estaré a hacer
el último sacrificio por la libertad del país, pero en clase de simple
particular y no más. En cuanto a mi conducta pública mis compatriotas
dividirán sus opiniones; los hijos de éstos darán el verdadero fallo."
Partió luego rumbo a Chile donde permaneció hasta enero de
1823. Cruzó por última vez los Andes, estuvo unos días en Mendoza y
pidió autorización para entrar en Buenos Aires para poder ver a su
esposa, que estaba gravemente enferma. Rivadavia, ministro de gobierno
del gobernador Martín Rodríguez, le negó el permiso argumentando que no
estaban dadas las condiciones de seguridad para que San Martín entrara
a la ciudad. En realidad Rivadavia, que siempre le había negado
cualquier tipo de ayuda a San Martín, temía que el general entrase en
contacto con los federales del Litoral. El gobernador de Santa Fe,
Estanislao López, le envió una carta advirtiéndole que el gobierno de
Buenos Aires esperaba su llegada para someterlo a un juicio por haber
desobedecido las órdenes de reprimir a los federales y le ofreció
marchar con sus tropas sobre Buenos Aires si se llegara a producir tan
absurdo e injusto juicio. San Martín le agradeció a López su
advertencia pero le dijo que no quería más derramamiento de sangre.
Ante el agravamiento de la salud de Remedios, pese a las amenazas, San
Martín decidió viajar igual a Buenos Aires pero lamentablemente llegó
tarde. Su esposa ya había muerto sin que él pudiera compartir al menos
sus últimos momentos. Difamado y amenazado por el gobierno unitario,
San Martín decidió abandonar el país en compañía de su pequeña hija
Mercedes rumbo a Europa. Merceditas tenía siete años y recién ahora
conocería de verdad a su padre. San Martín comenta en una carta a su
entrañable amigo Tomás Guido: "Cada día me felicito más y más de mí
decisión de haberla conducido a Mercedes conmigo a Europa y arrancado
del lado de doña Tomasa (su suegra). Esta amable señora con el excesivo
cariño que le tenía me la había resabiado, como dicen los paisanos, en
términos que era un diablotín...". En 1825 redacta las famosas
máximas, una serie de recomendaciones para su educación en caso de que
él no estuviera a su lado. Allí le aconseja el amor a la verdad, la
tolerancia religiosa, la solidaridad y la dulzura con los pobres,
criados y ancianos; amor al aseo y desprecio al lujo. Tras pasar
brevemente por Londres, San Martín y su hijita se instalaron en
Bruselas. En 1824 pasan a París para que Mercedes complete sus
estudios.
San Martín atravesaba en Europa una difícil situación
económica. Del gobierno argentino no podía esperar nada y ni el Perú ni
Chile le pagaban regularmente los sueldos que le correspondían como
general retirado. Vivía de la escasa renta que le producía el alquiler
de una casa en Buenos Aires y de la ayuda de algunos amigos, como el
banquero Alejandro Aguado que lo ayudó para poder comprar su casa de
Grand Bourg.
Pero el general seguía interesado e inquieto por la
situación de su país. En febrero de 1829 llega al puerto de Buenos Aires
pero no desembarca. Se entera del derrocamiento del gobernador Dorrego
y de su trágico fusilamiento a manos de los unitarios de Lavalle.
Muchos oficiales le envían cartas a su barco y lo van a visitar con la
intención de que se haga cargo del poder. San Martín se niega porque
piensa que tome el partido que tome tendrá que derramar sangre
argentina y no está dispuesto a eso. Triste y decepcionado decide
regresar. Pasa unos meses en Montevideo y finalmente retorna a Francia.
En 1832 una epidemia de cólera asoló Francia. San Martín y su hija
Mercedes, fueron afectados por esa grave enfermedad. Los trató un
médico argentino, Mariano Balcarce, hijo de un viejo amigo y camarada de
armas de San Martín, el general Antonio Balcarce, vencedor de
Suipacha. Mariano atendió durante meses a los San Martín, aunque podría
decirse que sobre todo prestó mucha atención a Mercedes. Pero la cosa
fue mutua y el 13 de diciembre de 1832 Mariano Balcarce y Mercedes de
San Martín se casaron y se fueron de luna de miel a Buenos Aires.
En 1838, durante el gobierno de Rosas, los franceses
bloquearon el puerto de Buenos Aires. Inmediatamente José de San Martín
le escribió a don Juan Manuel ofreciéndole sus servicios militares.
Rosas agradeció el gesto y le contestó que podían ser tan útiles como
sus servicios militares las gestiones diplomáticas que pudiera realizar
ante los gobiernos de Francia e Inglaterra. Al enterarse del bravo
combate de la vuelta de Obligado, el 20 de noviembre de 1845, cuando
los criollos enfrentaron corajudamente a la escuadra anglo-francesa,
San Martín volvió a escribirle a Rosas y a expresarle sus respetos y
felicitaciones: "Ahora los gringos sabrán que los criollos no somos
empanadas que se comen así nomás sin ningún trabajo".
San Martín para ese entonces estaba muy enfermo. Sufría
asma, reuma, úlceras y estaba casi ciego. Su estado de salud se fue
agravando hasta que falleció el 17 de agosto de 1850. En su testamento
pedía que su sable fuera entregado a Rosas "por la firmeza con que
sostuvo el honor de la república contra las injustas pretensiones de los
extranjeros que trataban de humillarla" y que su corazón descansara en
Buenos Aires.
Esta última voluntad se cumplió en 1880, cuando el presidente Avellaneda recibió los restos del libertador.
Para conocer más ingresar a la página http://www.me.gov.ar/efeme/17deagosto/
|
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